Te sientas en el asiento libre. Enfrente tienes a Bura. Te saluda con una sonrisa arrogante que te ciega con el blanco de los dientes. Te sientes como si te hubiera aceptado en el equipo, mientras te das cuenta de que no tiene poder para aceptar a nadie en el equipo, «¡Qué carisma!». Al lado, tiene a Ledi, que te saluda con una sonrisa nerviosa mientras te evita la mirada. Al lado, mirando por la ventana, está Ziru. Parece pensativa y ni siquiera se ha movido para saludarte.
—¡Pues parece que hemos formado equipo! —dice Bura con confianza—.
—¡Buenos días, sí! —dices con más emoción de la que deseabas. Ledi te responde una vez más con su sonrisa nerviosa—.
—Será difícil gobernar un equipo de mil personas —empieza Bura con un discurso en el que te da la impresión de estar preparado de antes—. Con tanta gente harán falta espacios de decisión intermedios y eso alargará mucho todo —dice preocupade—. Yo creo que, lo más fácil, será elegir un líder en cada grupo. Ese líder, representaría al equipo en la siguiente categoría y también en esa nueva categoría, se elegiría a un líder para la siguiente.
Ledi expresa preocupación con una sonrisa babosa. No parece tener mucha seguridad, pero aun así, toma la palabra.
—¿No funcionaría mejor si ese líder fuera un representante? —pregunta indecisa— Es decir, llevaría lo decidido en el equipo al siguiente nivel y harían lo mismo hasta llegar a la cima de la pirámide. Así se tendría en cuenta la opinión de todos.
Te das cuenta de que has juzgado mal a Ledi, no sugiere seguridad, pero es una persona inteligente. Bura no la deja terminar la última frase.
—Está demostrado que eso no es más que una pérdida de tiempo —le contesta Bura con aire venidero— Gestionar un equipo tan numeroso exige respuestas rápidas. En un contexto de recolonización de un mundo desconocido y peligroso como el que vivimos, necesitaremos respuestas rápidas. Empezar a decidir entre todos los pequeños asuntos, puede suponer el fracaso de la misión. Lo más eficaz es elegir a la persona capacitada y que ésta decida libremente.
Una risa de desprecio rompe el discurso de Bura. Ha sido Ziru. Levanta la mirada por la ventana y comienza a hablar.
—Y esa persona capacitada que será nuestro líder serías tú, ¿no?
A Bura se le escapa una risa incómoda para acabar contestando el sí.
—Con el sistema que propones, una sola persona reuniría todo el poder —le tira duro Ziru— y eso, como nos ha enseñado la historia, nunca ha terminado bien —Bura se ha quedado pálide— yo no creo en los líderes. La forma más sana de decidir las cosas es la asamblea. De esta forma, nadie acumula más poder que el lateral. Una persona, un voto. Nadie vale más que nadie. Menos aún un vanidoso de los barrios altos.
Te ha impresionado profundamente, tiene una fuerza especial. Te quedas con cara de bobo mirándole y te engancha. Bura sigue sin habla, pero se refuerza rápido, y lanza el contragolpe.
—¡De acuerdo, pues!— dice para su sorpresa— Entonces, entre todos decidiremos si necesitamos un líder o no, ¿de acuerdo? —exclama con sonrisa maligna, «Este tampoco es tonto…».
Bura levanta la mano para decirle que está a favor, Ledi duda de lo que hagan los demás. Ziru manifiesta con firmeza su oposición. Ledi te mira por primera vez a los ojos esperando una decisión.