Llevas menos de una hora durmiendo cuando te despiertas de golpe. Alguien te está zarandeando y te grita cerca de la cara.

   —¡Despierta! ¡Despierta!

Cuando por fin puedes acomodar la vista esperas encontrarte con la policía, pero sin duda el hombre que está delante de ti no es parte del cuerpo. Lleva un gorro descuidado y una barba excesivamente larga. Sus ropas están sucias y ajadas, y desprende un ligero olor a tabaco.

   —Joven, ¿es que estás mal de la cabeza? —te dice con una voz grave—. ¿Cómo se te ocurre dormir aquí? Este es el primer sitio que limpia la policía a las noches. Venga, anda… Sígueme. Yo te enseñaré un buen sitio donde dormir.