—¡Así es! —te felicita— ese es el único camino. De otra manera, devolveríamos el poder a la gente. Volveríamos a actuar impulsivamente, con el corazón. Recuerda adónde nos llevó eso, qué precauciones tuvimos que tomar para que la Tierra respirara.
Al ver esa sonrisa de orgullo recuerdas por qué te gusta.
—Estoy muy contento de compartir contigo esta importante misión —te confiesa con una mirada suculenta— El futuro de la humanidad está en nuestras manos.
Te agarra con dulzura la cara y te besa para, acto seguido, cogerte la mano y tirar de ella.
—Vamos, vamos tarde —te dice con una sonrisa de emoción—.