Si quieres vivir tranquilo en la urbanización, tienes que librarte de este tipo como sea. Sus amenazas encubiertas han destapado en tí un verdadero instinto animal. Es o él o tú.

   —¡Vaya! Señora Montalvo, tiene usted una casa preciosa —le dices a la mujer aprovechando un momento de silencio—. No se pagan estas cosas trabajando, ¿verdad? —la cara de la mujer se vuelve pálida por momentos.

Coges tu copa de vino de la mesa y te diriges al grupo de personas que pronto guarda un silencio incómodo.

   —¡Vecinos, muchas gracias por invitarnos a vuestra merienda! ¡Hagamos un brindis! —dices levantando tu copa mientras ves que el resto de asistentes a la merienda te imitan atemorizados—. ¡Por los Montalvo! Y su increíble cambio de vida tras la recalificación de aquellos terrenos en el sur de Grijalbo! ¡Menudo pelotazo, Rick! ¡Brindemos por ello!

La cara de Rick se pone tensa, y mira a su amigo Emilio el Juez buscando una complicidad que no encuentra.

Sus amigos, desorientados, comienzan a chillar intentando parar a Rick, quien se dirige a tí con intención de machacarte, y aquella pacífica merienda en pocos segundos se convierte en toda una pelea campal.

   —¿Qué has hecho cariño? ¿Se te ha ido la pinza o qué?

En apenas unos minutos, la llamada de Emilio a la policía ha hecho que la urbanización se llene de agentes, y os llevan detenidos a ambos.