Entras al vagón y encuentras a sus compañeros. Están sentados uno al lado del otro, y el que está más cerca de la puerta, le está metiendo una chapa tremenda al que está junto a la ventana. Ellos también tienen una etiqueta en las pecheras y lees que se llaman Urre y Zumar.
Tomáis vuestro lugar y Zumar os pide ayuda con la mirada. Urre ni siquiera se da cuenta de que su amigue está completamente molesto. Bastante tiene con seguir enumerando las pintorescas características de las diferentes zonas de la Ciudad Única.
—¿Y vosotres? ¿De dónde sois? —os pregunta dejando a Zumar en paz—.
Zumar respira hondo al quitarse a Urre de encima. Tú, sin embargo, empiezas a sudar. Has sollozado, pero Muri te salva, «¡Ezki! ¡Por Dios!».
—Pues yo pertenezco a la zona de la Atlántida, de un nivel bastante alto, 8.20 —le responde combinando certeza y orgullo—.
—¡Vaya! Un lugar de interés. Si no me equivoco mucho, en la zona de la Atlántida está el lago de aguas pluviales que está en el nivel más alto, ¿no?
Tu sudor pasa de caer en gotas a convertirse en cascada, «Casi en la forma de la que se llena ese lago…».
—¡Así es! —le responde Muri nervioso, «¡Ezki, ostia!»— Se llama Hesperis. Es un lugar maravilloso.
—Seguro que lo es —le responde Urre— ¿y tú? ¿De dónde vienes? —te pregunta a ti— Y perdona… —te mira con más atención de la que te gustaría— ¿Nombre? No leo bien desde aquí.
-¡Ezki! —le respondes mientras tienes el morro de Muri detrás oscureciendo – ¡No! ¡Muri! —te metes la pierna más adentro— ¡Legaz! —como si hubieses marcado un gol en el último momento del partido—.
—Tranquile yo también estoy inquiete… ¡El Nuevo Mundo! —dice entusiasmade por completo— ¿Y? ¿De dónde vienes entonces?
—Desde la zona de Nueva Prusia —le contestas recuperando la calma. Muri te mira con gesto de aceptación—.
—¡Vaya! He estado —la tranquilidad te despide y la catarata de sudor te abraza de nuevo— Hay algo especial en ese terreno… —busca algo en su cabeza pensative— Cada año se celebra un festival de mariachis, ¿no? —pregunta sin demasiada convicción—.
—Sí, sí, sí… —le contestas mientras te das cuenta de que el sudor te está cambiando de color de la camiseta—.
Muri tampoco está cómodo con la situación y ves que mete la mano en la cintura.
—¿Cómo? —te pregunta Urre admitiendo que ha tenido un error— No, no, no. ¡No es un festival de mariachis, es un festival de Polcas!
—Sí, sí, sí… —le contestas sin saber lo que dices.
—Oye… —dice Urre empezando a sospechar— ¿Seguro que eres de Nueva Prusia?—empieza a darse cuenta de tu nerviosismo y a mirar la alarma que hay al lado de la puerta. Cuando has empezado a pensar que todo se ha acabado, Muri grita.
—¡Agárrale! —te ordena—.