El terminal del pendiente pasa a un segundo plano y te das cuenta de que están hablando en el salón. Sales de la habitación y en ella encuentras a tus tres compañeros de piso enzarzados en una acalorada discusión, «¡Cómo no!».
—¡No me moveré de ahí! —dice Bura con aburrimiento— El poder individual es el más práctico y eficaz.
—¡Eres testarudo después! —le responde Ziru perdiendo la poca paciencia que le queda— ¿te decantas por el poder individual porque te imaginas a ti misme en ese lugar? ¿Y si fuera alguien más?… ¿o si cambias? ¡Si pierdes el vínculo con el pueblo, o yo qué sé! No se puede delegar todo el poder en una persona. ¿Quién se encarga de comprobar que ese líder está haciendo bien su trabajo? ¿Quién inspecciona al inspector? Con un sistema asambleario no hay tal problema.
—Como siempre vais a los extremos —entra en el debate Ledi con una tranquilidad que te sorprende— Ni uno ni otro, también hay medias tintas. Todo puede ser un sistema representativo sin que una sola persona o entre todas lo decida.
—¿Y cómo se hace eso? —pregunta Burá con paternidad—.
—Pues con un sistema de partido —le responde Ledi—.
– Bueno, bueno, bueno… —Ziru empieza a inflarse— ¿Y tú? ¿Tú qué piensas?
Te está hablando a ti y para darte cuenta tienes las miradas clavadas en tu cara. No sabes qué contestar y Ledi te pide que digas algo con gesto de quemazón.