Veinte minutos después, estáis sentados en torno a un fuego y compartiendo un brick de leche. Notas los ojos de uno de ellos sobre ti todo el rato. Por los minutos que has compartido con el grupo, sabes que Ana, Joe y Alex no tienen ningún problema con que estés ahí; parece que disfrutan intentado conocerte y se esfuerzan por hacer que te sientas a gusto. Mac, sin embargo, no te ha dirigido la palabra y no te quita el ojo de encima.
Cuando por fin cruzas la mirada con él, se te acerca con cara desafiante.
—Mira, no sé quién eres y no me importa —dice sin cambiar su gesto—. No me fío de ti. Fran siempre ha pecado de buenazo, pero tu historia no tiene ningún sentido. ¿Quién coño dejaría pasar la oportunidad de ser alcalde y solucionar su vida para siempre? Sé que más tarde o más temprano tendremos que sacarte de un agujero, y en esta familia no nos podemos permitir que nadie nos la lie. ¿Me entiendes?
Está claro que Mac no quiere que estés aquí, pero ahora mismo es el sitio más seguro para ti con diferencia, tienes que asegurarte de que confíe en ti. ¿Cómo lo harás?