Antes de acudir a aquella merienda haces una breve pero directa llamada a Mei Li. Los dos sabéis que desde que aceptaste el dinero en aquel coche, os une un pacto de silencio y una relación de interés mutua. No hay duda de que si ambos queréis permanecer invulnerables en vuestras nuevas vidas, os conviene compartir todo lo que sabéis. Sabes que Mei ahora tiene acceso a mucha información de los residentes de tu nueva urbanización.
—Vaya Rick, parece que sois muy de dar consejos a desconocidos —contestas sin amedrentarte—. No te lo he dicho, pero tienes una casa preciosa… La verdad es que yo también me pregunto siempre cómo llegáis vosotros a tener todo esto… Es muy curioso, ¿verdad? Mi padre, que era un tipo humilde, siempre me dijo que nadie se hace rico trabajando. ¿Tú qué crees? Seguro que tu amigo Emilio el juez le daría la razón. Qué sabios son los padres, ¿verdad? —reflexionas mientras notas que sus músculos maxilares se contraen y sus ojos muestran perplejidad.
—De hecho, Rick, ahora que me acuerdo, fue increíble cómo cambió tu vida aquella recalificación de los terrenos protegidos en el sur de Grijalbo. Menudo pelotazo distéis… ¡Brindemos por ello!
—… ¿Qué es lo que quieres?