«¿Pero qué coño estoy haciendo? ¿Qué pensaba, que iba a vivir en un nuevo barrio rico huyendo de la policía, disfrutando de mi pasta y que no iba a levantar sospechas? Menudo estúpido…».

   —¡Ey tú, chaval! —te diriges de forma casi autoritaria al joven conductor—. ¿Quieres que hoy sea tu día de la paga extra y ganarte un sobresueldo en cryptos? Pues te lo voy a poner bien fácil. Llama ahora mismo a Mei Li y llévanos de vuelta a casa inmediatamente. ¡Ah! Y dile que debería ser un poco más observadora… Antes de montarme en aquel coche, activé el “modo grabar” de mis gafas… Todo buen político tiene una grabadora a mano, ¿verdad? Tengo pruebas suficientes de su chantaje para que investiguen hasta el día de su mismísima graduación. Y si no accede, fingiré que este viaje en coche ha sido un secuestro… ¿A quién van a creer? ¿Al recién elegido alcalde con casi un 5 de CQI, o a la eterna aspirante? Si quiere recuperar su dinero, sólo le daré una oportunidad. El mitin es en menos de media hora.

La llamada surte efecto. En apenas unos minutos, te vuelves a encontrar con Mei esperando al coche en la puerta de tu casa. Con los ojos vidriosos de la rabia contenida, abatida por la humillación y completamente servil.