Has nombrado demasiado en tus conversaciones a Mei Li y tus contactos con la alcaldía, lejos de verlo como una oportunidad, lo han visto como una amenaza, y ven en tí una mirilla indiscreta de los gobernantes a la urbanización.

Sin saberlo, has dado demasiadas pistas sobre el origen de tu nueva fortuna.

Cuando vuelves a tu nueva casa, hay un coche de policía esperándote. Estás detenido. Ningún vecino mira curioso la escena desde sus casas como te pasaba en tu barrio de siempre. Aquí, todos tienen sus ventanas cerradas. A ninguno le gusta el desagradable ruido de los coches de luces azules.