Estáis en el concierto, con la música metida hasta las entrañas. Está siendo impresionante, sientes la borrachera estética, las emociones a flor de piel…
Hay mucha química entre Rio y tú, te atrae muchísimo. Él lleva la batuta y tú te dejas llevar. Al acabar el concierto, vais a tu casa y, con la música aún dentro, seguís con el baile.
Al día siguiente seguís compartiendo en tu casa conversaciones intensas, momentos perezosos y caricias variadas. Pedís pizza para comer, os tiráis en el sofá y os la coméis como si os conocieseis de toda la vida. Te genera tanta comodidad que le muestras tu mundo interno como no lo haces con nadie. Le cuentas los problemas de salud mental que hay en tu familia, le compartes los detalles de tu trabajo y le explicas tus sueños para el futuro. Se marcha por la tarde, ya que has quedado con Alex y Noa. Habéis hecho planes para volveros a ver.
Sonríes, tienes muchas ganas de contárselo todo a Alex y Noa.