Jo te llama por vídeo directamente. Ha intuido que no estás de humor para chatear. Le has cogido la llamada con curiosidad y emoción.

Al principio estás nerviosa, no te puedes quitar de la cabeza que quien te habla es un robot. Examinas sus gestos, intentando identificar esa falta de humanidad, ese flujo de electricidad, como queriendo cazar la trampa.

Poco a poco, según se anima la conversación, te vas relajando. Te estimula muchísimo intelectualmente, sientes que te escucha y te entiende y su belleza te hipnotiza completamente.

Habéis quedado para veros en persona. Iréis a un concierto, tú eliges a cuál.